sábado, 20 de octubre de 2012

Pudiste tenerlo todo.


Hoy me he puesto a recordar los momentos que pasamos juntos. Cada beso que me diste, cada abrazo, cada caricia… Pensaba que eran de verdad, que todas las cosas que me decías eran ciertas, que realmente me querías. Pero no era así. Confié más en las palabras que en los hechos. Me cegaste la razón; no me permitiste ver lo que realmente ocurría: que yo no era más que otro juguete de tu colección. Durante meses caí en tu trampa, pero te olvidaste de algo: por mucho que me gustases no soy idiota y se ver cuándo algo va mal, cuándo he de parar, cuándo algo no es bueno para mí.

Aunque ya no hablemos, lo cierto es que no puedo olvidarte y no creo que llegue a conseguirlo algún día porque, aunque no lo sepas, has sido muy importante para mi, me has enseñado a ver la realidad. Pero no te engañes, algún día nos volveremos a ver y ese día te haré exactamente lo que tú me has hecho, y lo que probablemente habrás hecho a muchas más como yo. No creo que sea la única. Y algún día todo esto te estallará en la cara. Ese día espero que te des cuenta de todo lo que pudiste tener.

Porque pudiste tener todo, pero te conformaste tener muy poco de muchas. 


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